“Muchas cosas sabe el zorro, mas una sola y grande sabe el erizo” (Arquíloco)
La Dualidad Zorro – Erizo
La historia de la comparación, literal y metafórica, entre el zorro y el erizo se remonta al menos a la Grecia clásica, con la famosa frase de Arquíloco. Erasmo de Rotterdam la resumía así en uno de sus Adagios (refranes): “El zorro planea muchas estrategias, el erizo conoce una sola estrategia, pero grande y efectiva”.
El zorro y el erizo simbolizan dos arquetipos o actitudes opuestas frente a la realidad:
El zorro persigue muchos objetivos al mismo tiempo, ve el mundo en toda su complejidad y diversidad, está siempre analizando, moviéndose en diferentes planos, de forma dispersa, con conocimientos parciales y desconectados, sin integrarlos en una visión unificada. Lleva una vida variada, práctica, llena de experiencias, abierta, libre, superficial y viviendo cada momento y situación particular.
El erizo, por el contrario, reduce la complejidad del mundo en una idea simple que unifica y que da sentido a todo lo demás, desechando todo lo que no tiene que ver con esta idea central, esencial e importante. Lleva una existencia invariable, cerrada, teórica, siempre bajo el mismo patrón conceptual que le guía y fundamenta.
Cuando el zorro y el erizo se enfrentan, siempre gana el erizo (o, al menos, no pierde), pues éste acude siempre en su propia defensa a lo que sabe, a lo verdaderamente importante, para asegurarse su supervivencia: enrollarse en una espiral de espinas que apuntan en todas direcciones.
Los pensadores zorros y erizos
El filósofo político liberal Isaiah Berlin, en su famoso ensayo “El erizo y el zorro. Tolstoi y su visión de la historia” [2009], inspirado el verso de Arquíloco, clasifica a los pensadores y escritores en:
Zorros centrífugos, que exploran los diversos horizontes de la condición humana, con multitud de experiencias, persiguiendo muchos objetivos difusos y dispersos, frecuentemente sin aparente relación entre sí, e incluso contradictorios, sin intentar encajarlos en una visión universal e invariable. Ejemplos: Herodoto, Aristóteles, Erasmo, Shakespeare, Goethe, Pushkin, Montaigne, Molière, Balzac y Joyce.
Erizos centrípetos, que se aferran o refieren a un gran concepto, a una visión central, a un principio universal invariable y organizador, o a una única forma de ver el mundo. Ejemplos: Platón, Lucrecio, Dante, Ibsen, Dostoiesky, Pascal, Nietszche, Proust, Hegel y Marx.
Respecto a Tolstoi, Berlin dice que sus creencias eran de erizo y que deseaba ser erizo, penetrar en las causas primeras, comprender cómo y por qué suceden las cosas de una forma y no de otra; quería ser autor de una sola obra definitiva sobre una sola teoría sobre los hombres. Pero fue zorro en la práctica, pues su temperamento y talento le llevó a producir muchas obras distintas, con diferentes ideas, a expresar la pluralidad del mundo. Esta dicotomía, entre lo que Tolstoi creía y lo que era, se manifiesta en su visión de la historia. La visión de la historia de Tolstoi se refleja en Guerra y Paz, en donde el torbellino de acontecimientos que relata refleja la idea de que el hombre no puede conocer ni controlar la multitud de factores que intervienen en la historia del mundo.
Berlin desarrolla estos conceptos en “El estudio adecuado de la humanidad” [2009], una selección de sus mejores ensayos compilados, tras su muerte, por su editor, entre los que se encuentra “El erizo y la zorra”.
Berlin fue un pensador original, pluralista y antidogmático. No fue un erizo que supiera una cosa grande, pues no tenía una visión unitaria del mundo ni nunca publicó ningún tratado que pueda considerarse su obra maestra. Fue un zorro que supo muchas cosas, pues toda su obra está fragmentada en breves ensayos sobre un amplio abanico de temas. Reconocía el pluralismo y el enfrentamiento de valores y de culturas y la necesidad de resolverlos, pero sin acudir a ningún tipo de fundamentalismo. No creía en una respuesta o solución final y definitiva para las cuestiones humanas. El hombre no es singular, es plural. No hay una única manera de ser, vivir, aprender, actuar, pensar, trabajar, expresarse, etc. Lo fascinante de la naturaleza humana es su impredicibilidad, su carácter elusivo, que los estudiosos no pueden “atrapar”.
Científicos zorros y erizos
Ernest Nagel y James R. Newman −los autores del libro “El Teorema de Gödel”− utilizan la metáfora del zorro y el erizo para comparar a Russell con Gödel:
Russell era arquetipo de zorro. Era activo, práctico (realista radical) y polifacético: escritor, matemático, filósofo, político, humanista y viajero.
Gödel era arquetipo de erizo. Era de vida preferentemente sedentaria, idealista (era platonista) y casi monotemático, pues su obra se reduce a un pequeño número de artículos de lógica matemática (y, excepcionalmente, de física y de filosofía), pero de gran creatividad, concisión y rigor.
El prototipo de científico erizo es Einstein, con una idea central que persiguió hasta el final de su vida: la búsqueda de una teoría unificada en física.
Un matemático actual que es claramente de arquetipo erizo es Gregory Chaitin, por su interés por lo simple, lo fundamental y lo universal. He aquí algunas de sus afirmaciones en este sentido: “Estoy siempre buscando ideas simples y unificadoras”, No estoy interesado en ideas complicadas. Solo estoy interesado en ideas fundamentales”, “Estoy definitivamente al lado de la intuición”.
La visión de Stephen Jay Gould
La obra del biólogo Stephen Jay Gould “Érase una vez el zorro y el erizo” [2004], es una reflexión sobre el tradicional enfrentamiento entre las ciencias y las humanidades. Para Gould, el zorro simboliza a las ciencias, y el erizo simboliza a las humanidades. Para Gould, ciencias y humanidades son dos formas diferentes de interpretar el mundo que nos rodea, y que se complementan mutuamente.
Gould usa también la metáfora del zorro y el erizo para rebatir al sociobiólogo Edward Osborne Wilson sobre su concepción de la Consiliencia [ver Propiedades MENTAL y la Unidad del Conocimiento].
MENTAL, la Armonía de Zorro y Erizo
La idea central y las subsidiarias
En casi todas las obras humanas, y específicamente en las publicaciones científicas y humanísticas, hay una idea central y un conjunto de ideas subordinadas, que a su vez pueden ser ideas centrales con sus correspondientes ideas subordinadas, y así sucesivamente, en una estructura de tipo recursivo o fractal. El desarrollo de esa idea central es en espiral. El modelo en espiral es universal y simboliza la evolución, el desarrollo de una idea expandiéndose. De esta forma, al final la idea central cubre y conecta todo el espacio conceptual del dominio.
Una idea central en biología es la teoría de la evolución. Una idea central en cosmología es la teoría del Big Bang (gran explosión), que ha producido el universo.
El paradigma de idea central, esta vez en sentido literal y metafórico, es la obra de Nicolás Copérnico (1473-1543) “De revolutionibus orbium coelestium” (Sobre las revoluciones de las esferas celestes), en donde expone su idea heliocéntrica. Esta obra provocó una verdadera revolución.
El concepto de idea central es universal. En este sentido, podemos afirmar que incluso toda persona tiene un proyecto de vida basado en una idea central (más o menos conscientemente) que le impulsa hacia su consecución, hacia su objetivo.
El erizo simboliza esa idea central, la unidad, el principio unificador, la causa primera. El zorro simboliza las manifestaciones o consecuencias de esa idea central, la diversidad. En este sentido de causa primera, la metáfora del zorro y el erizo toca la religión, en donde la causa primera sería Dios y el mundo una manifestación del Espíritu divino.
En MENTAL hay una idea central inspiradora (las primitivas semánticas universales) y un Big Bang conceptual, que se corresponde con todas las combinaciones posibles de esas primitivas. Y entre sus manifestaciones estarían las aplicaciones concretas en diferentes campos (matemática, informática, cibernética, etc.), pero todas con una raíz común.
Los dos modos de conciencia: zorro y erizo
En realidad, podemos considerar que, en general, el zorro simboliza el modo de conciencia analítico, y el erizo el modo de conciencia sintético. El zorro simboliza lo diferenciado, lo diversificado, y el erizo lo unificado. Son las dos visiones complementarias de ver el mundo, entre las que se incluyen las ciencias (zorro) y las humanidades (erizo). Pero ambos arquetipos (zorro y erizo) deben armonizarse de tal forma que lo universal (el erizo) fundamente lo particular (el zorro).
MENTAL une y armoniza los dos polos metafóricos, el del zorro y el del erizo:
Por un lado, simboliza al erizo, pues se fundamenta en un único conjunto de conceptos: las primitivas semánticas universales.
Por otro, simboliza al zorro, pues se interesa y pretende aplicarse a muchos dominios.
Pero la actitud de erizo hace conectar y relacionar desde un punto de vista superior los diversos conocimientos parciales resultantes de la actitud de zorro. Podemos decir, en este caso, que el zorro es un agente subsidiario del erizo. MENTAL conecta lo universal con lo particular, lo profundo con lo superficial, lo intuitivo con lo racional, la teoría y la práctica.
Adenda
Darwinismo y literatura
David P. Barash (psicólogo y zoólogo) y Nanelle R. Barash (bióloga), en su obra “Zorros, ciencia, erizos y literatura” [2009], comparan ciencia y humanismo (centrándose específicamente en la literatura) a la luz de la idea más importante de la biología, que es la evolución, ofreciendo una visión darwiniana de la literatura.
La tesis central del libro es que “las personas son criaturas biológicas y, como tales, comparten una naturaleza humana, universal y evolucionada”. La biología evolutiva está basada en la “selección sexual”, que se manifiesta en las pulsiones humanas de los personajes literarios. Las grandes obras de la literatura merecen este calificativo porque ofrecen historias biológicamente verosímiles y coherentes.
Bibliografía
Barash, David P.; Barash, Nanelle R. Zorros, ciencia, erizos y literatura. Belacova de Ediciones y Publicaciones, S.L., 2009.
Berlin, Isaiah. El erizo y el zorro. Internet, Noviembre 1980.
Berlin, Isaiah. El erizo y la zorra. Tolstoi y su visión de la historia. Ediciones Península, 2009.
Berlin, Isaiah. El estudio adecuado de la humanidad. Antología de ensayos. Ediciones Turner, 2009.
Jay Gould, Stephen. Érase una vez el zorro y el erizo. Las humanidades y la ciencia en el tercer milenio. Crítica, 2004.
Jay Gould, Stephen. Ciencia versus Religión. Un falso conflicto. Crítica, 2000.
Wilson, Edward O. Consilience. La Unidad del Conocimiento. Galaxia Gutenberg. Círculo de Lectores, 1999.